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jueves, 19 de enero de 2017

10 Razones por las que la terapia psicológica puede no funcionar

Posibles fallos o limitaciones en la intervención psicológica.




Son distintos y variados las motivos que llevan a los individuos a acudir a la terapia psicológica para resolver algún trastorno o superar el malestar que sienten. Muchos piensan que será sencillo y no tendrán que esforzarse durante el proceso, otros se resistirán al cambio, y otros puede que sean mal diagnosticados.

En algunos casos, incluso, acudir a terapia psicológica puede ser contraproducente (agravar los problemas que presenta la persona). Pese a que un porcentaje notable de pacientes mejoran, otros no consiguen alcanzar sus objetivos y abandonan la terapia.

La terapia psicológica poco efectiva

¿Qué motivos llevan a una persona a no cumplir con el tratamiento? ¿Qué causa que a veces los pacientes terminen la relación terapéutica con una sensación de no haber conseguido los objetivos? 
A continuación presentamos las principales razones por las que la terapia psicológica puede no funcionar:

1. Falta de recursos psicológicos del paciente

¿Es accesible para el paciente la intervención? En otras palabras, ¿se le están facilitando las herramientas necesarias para que pueda mejorar correctamente? ¿Puede usarlas? Por ejemplo, puede que a un paciente no le funcione un tipo de terapia psicológica que demande una gran implicación emocional ya que su grado de madurez emocional está por debajo de lo que la terapia requiere. 

Puede que ese paciente necesite un entrenamiento emocional previo ya que no tiene habilidades de Inteligencia Emocional desarrolladas. Por otro lado, puede que el paciente presente una baja capacidad cultural o intelectual que dificulta su tratamiento.

2. El paciente busca curarse sin esfuerzo ni implicación

La terapia psicológica implica cierto compromiso por parte del paciente para poder progresar. Los trastornos psicológicos no son iguales que un dolor de cabeza, es decir, requieren una implicación activa del paciente. Si éste no realiza las tareas ni aplica las estrategias que se trabajan en las sesiones, difícilmente mejorará.

3. El paciente no acepta la palabra del psicólogo

Puede que el paciente no acepte que el psicólogo le diga ciertas cosas. Es posible que tampoco acepte que ponga en duda sus creencias o principios. Si una persona está a la defensiva, difícilmente se pueda persuadir para que mejore.

4. Falta de motivación por parte del paciente

Este punto tiene que ver con la motivación, ya que si el paciente no está motivado es difícil que la terapia psicológica sea efectiva. Por otro lado, la motivación puede perderse si el tratamiento exige grandes cambios en el estilo de vida o cuando el tratamiento tiene un efecto demorado. El cambio psicológico no es inmediato. Requiere, la mayoría de veces, cambios en planteamientos o hábitos muy arraigados, y, eso, significa tiempo y esfuerzo.

5. El paciente necesita otro especialista

Puede que la terapia no sea la ideal para el paciente. Hay personas que funcionan mejor con la terapia cognitivo-conductual y otras, por ejemplo, con el Mindfulness. En otras palabras, no todas las terapias son iguales para todas las personas.

6. Resistencia al cambio

La resistencia al cambio tiene que ver con una resistencia más o menos consciente. Por ejemplo, el paciente no quiere perder el trato que recibe o la dependencia psicológica, anticipa consecuencias negativas tras el cambio, no quiere la pérdida de pagas o teme la incertidumbre.

7. El entorno favorece que el problema se mantenga

Determinados entornos o comportamientos perjudican la recuperación de paciente. Por ejemplo, una persona que quiere mejorar sus problemas con el alcohol y tiene amistades que le incitan a la bebida, es muy probable que tenga dificultades para sacarle todo el partido a la terapia psicológica.

8. Existen otros problemas que dificultan la recuperación

Puede ser que exista un mal diagnóstico por parte del terapeuta debido a que existen problemas más profundos a los que el paciente muestra. Además, podría haber una situación que afecta de manera indirecta a la terapia, como por ejemplo, una mala situación laboral o familiar.

9. Creencias erróneas del paciente sobre la psicoterapia

Existen muchas creencias erróneas que pueden entorpecer el proceso de la terapia psicológica. Por ejemplo, tener pocas expectativas de éxito o expectativas demasiado altas sobre la terapia, creer que los resultados se darán rápidamente, pensar que acudir a terapia afectará negativamente a la propia imagen, etcétera. Las personas, en ocasiones, tienen una visión equivocada de las posibilidades de actuación del psicólogo. 

El psicólogo no va a hacer a su paciente una persona feliz, el objetivo es que el paciente sea dueño su propia vida, y que tenga los conocimientos, medios y habilidades necesarias para mejorar su bienestar y resolver los problemas que le se le presentan.

De hecho, hay mitos y clichés sobre la profesión de psicólogo que resumimos en el artículo:

"Las frases que más odian escuchar los psicólogos"

10. Mala relación terapeuta-paciente

Es muy importante que haya una buena relación de comunicación y entendimiento entre el paciente y el terapeuta, que produzca una buena alianza terapéutica. 
Si existen problemas en la relación interpersonal, posiblemente no se producirán los beneficios esperados. La causa de esto puede ser la falta de entendimiento entre ambos, la actitud del terapeuta o del paciente o, simplemente, que no hay feeling entre ambos y no se produce una relación de confianza.

https://psicologiaymente.net/clinica/terapia-psicologica-puede-no-funcionar

TERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL


La TCC le puede ayudar a cambiar la forma cómo piensa ("cognitivo") y cómo actúa ("conductual") y estos cambios le pueden ayudar a sentirse mejor.



¿QUÉ ES TCC?   

 ¿En cuales principios se fundamenta? 



¿Qué es la Terapia Cognitivo Conductual?

A diferencia de algunas de las otras "terapias habladas", la TCC se centra en problemas y dificultades del "aquí y ahora". En lugar de centrarse en las causas de su angustia o síntomas en el pasado, busca maneras de mejorar su estado anímico ahora.

Se ha demostrado que es útil tratando:
  • Ansiedad
  • Depresión
  • Pánico
  • Agorafobia y otras fobias
  • Fobia social
  • Bulimia
  • Trastorno obsesivo compulsivo
  • Trastorno de estrés postraumático
  • Esquizofrenia

¿Cómo funciona?

La TCC le puede ayudar a entender problemas complejos desglosándolos en partes más pequeñas. Esto le ayuda a ver cómo estas partes están conectadas entre sí y cómo le afectan. Estas partes pueden ser una situación, un problema, un hecho o situación difícil.


De ella pueden derivarse:
  • Pensamientos
  • Emociones
  • Sensaciones físicas
  • Comportamientos
Cada una de estas áreas puede afectar a las demás. Sus pensamientos sobre un problema pueden afectar a cómo se siente física y emocionalmente. También puede alterar lo que usted hace al respecto.


Un ejemplo

Hay diferentes maneras de reaccionar ante la mayoría de las situaciones, dependiendo de cómo se piensa acerca de ellas:

Situación:
Ha tenido usted un mal día, está harto y decide salir de compras. Cuando va por la calle, un conocido, al parecer, le ignora.

Pensamientos:
Perjudicial  “Me ha ignorado ‐ no le caigo bien”.
Favorable  “Parece ensimismado  ‐ Me pregunto si tendrá algún problema”.

Sentimientos: Perjudicial Tristeza y rechazo  
Favorable Preocupación por la otra persona.

Reacciones físicas:
Perjudicial Retortijones de estómago, poca energía, náuseas. 
Favorable Ninguna ‐ se siente bien.

Comportamientos: 
Perjudicial Se va a casa y evita a esa persona. 
Favorable  Le saluda para asegurarse de que está bien. 

La misma situación, dependiendo de cómo se piensa en ella, ha dado lugar a dos resultados muy diferentes. Su forma de pensar ha afectado a cómo se ha sentido y lo que ha hecho. 

Este "círculo vicioso" (situación, pensamientos, sentimientos, acciones) puede hacer que se sienta mal. Puede incluso crear nuevas situaciones que le hagan sentirse peor. Puede empezar a creer cosas poco realistas (y desagradables) sobre sí mismo/a. Esto sucede porque, cuando estamos angustiados, tenemos más probabilidades de llegar a conclusiones y de interpretar las cosas de manera extrema y negativa.

La TCC le puede ayudar a romper este círculo vicioso de pensamientos, sentimientos y comportamientos negativos. Cuando se ven las partes de la secuencia con claridad, puede cambiarlas y así cambiar la forma cómo se siente. 

La evaluación de las "Cinco Zonas"



Modificando comportamientos y pensamientos
Si alguna vez te has parado a pensar en la idea convencional de lo que es un "problema psicológico", posiblemente te hayas dado cuenta de que este tipo de problemáticas tiene dos caras.

Por un lado, una vertiente material y objetiva, que es reconocible por muchas personas y que puede medirse a partir de baremos concretos.


Por otro lado, un lado que responde a los estados subjetivos de conciencia, es decir, aspectos de la vida mental y privada de la persona que tiene el problema y que suelen tener una traducción en términos emocionales.


La Terapia Cognitivo Conductual responde a la necesidad de intervenir en estos dos terrenos. Y lo hace impulsándose gracias a las sinergias que se establecen entre la parte de la intervención enfocada a los procesos mentales y aquella que se orienta hacia las acciones y los cambios en el entorno material del paciente. Es decir, que esta orientación terapéutica que actúa tanto sobre los actos como sobre los pensamientos.


¿Cuáles son los fundamentos de esta terapia?

Se considera que la Terapia Cognitivo Conductual nace a partir de la fusión de las terapias conductistas y las que se derivan de la Psicología Cognitiva.


Por un lado, el conductismo (y muy especialmente el conductismo radical de B. F. Skinner) sirve como ejemplo de metodología exhaustiva y muy ceñida a los preceptos del método científico, lo cual permite valorar objetivamente los progresos que se van haciendo durante la terapia.


Por el otro, la Terapia Cognitiva enfatiza la necesidad de no renunciar a la consideración de los procesos mentales inobservables directamente, ya que gran parte de la utilidad de una terapia recae en el bienestar subjetivo de los pacientes y este factor no tiene por qué poder ser registrado a través del puro análisis de la conducta.


Sin embargo, y aunque dentro de la Terapia Cognitivo Conductual en cualquiera de sus formas se trabaja con constructos que hacen referencia al "mundo mental" no observable directamente, se hacen esfuerzos para que los elementos mentales que entran en juego en el diagnóstico y la intervención respondan a categorías bien delimitadas y traducibles a variables cuantitativas para poder hacer un seguimiento exhaustivo de los cambios que se realizan a nivel subjetivo.


Por tanto, se evitan todo tipo de formulaciones esotéricas y ambiguas sobre la manera de pensar de la persona y se crean sistemas de categorías en los que las ideas recurrentes quedan clasificadas unas dentro de otras en clasificaciones que responden a un único criterio.


Ahondando en las diferencias con el conductismo La Terapia Cognitivo Conductual es heredera de ciertos fundamentos de la Psicología Conductista, como por ejemplo el énfasis en los procesos de aprendizaje práctico y la idea de que la asociación es un concepto central en terapia. Sin embargo, incorpora la necesidad de actuar, además de sobre la conducta, sobre los pensamientos de la persona.


Principalmente, la intervención sobre la parte "mental" se centra en los esquemas cognitivos y las categorías conceptuales a partir de las cuales la persona interpreta la realidad.


También se exploran las creencias poco adaptativas, una vez estas han sido localizadas, para entrenar al cliente en su capacidad de localizar hechos de su día a día que contradicen estos presupuestos. Así, si la persona tiene problemas de autoestima, se le puede enseñar a prestar atención a las muestras de admiración de sus amigos y familiares, que son un tipo de estímulo fácilmente ignorado cuando la autoimagen está muy dañada.


En definitiva, cualquier tipo de Terapia Cognitivo Conductual se basa en la idea de que las emociones y los estilos de conducta no dependen sólo de los estímulos físicos que nos llegan desde el entorno sino también de los pensamientos que dan forma a nuestra manera de percibir tanto esos estímulos como nuestros propios procesos mentales.




¿Cómo se interviene en este tipo de terapia?

En la Terapia Cognitivo Conductual se trabaja enseñando a reconocer los estilos de pensamiento que predisponen a llegar a conclusiones poco útiles para el paciente, o pensamientos disfuncionales. Para esto es necesario entrenar a la persona para que sea capaz de reflexionar acerca de su propia manera de pensar y plantearse qué puntos son conflictivos y cuáles no lo son. 

De este modo, se persigue que el cliente tenga más capacidad para cuestionarse las categorías con las que trabaja (como por ejemplo, "éxito y fracaso") y detectar patrones típicos de pensamiento que le causan problemas.


El proceso por el cual se consigue que el paciente reconozca los aspectos cognitivos que le producen malestar y pueda actuar sobre ellos se fundamenta en un modelo de actuación inspirado en el diálogo socrático. 

Esto implica que durante una parte de las sesiones de Terapia Cognitivo Conductual, el profesional irá devolviéndole el feedback necesario al paciente para que este, por sí mismo, detecte las contradicciones o las conclusiones indeseadas a las que le llevan sus estilos de pensamiento y sus esquemas cognitivos.


El terapeuta no guía al paciente en este proceso, sino que más bien le plantea preguntas y remarca aseveraciones que el propio cliente ha hecho para que este último vaya profundizando en el estudio de su propio pensamiento.


La segunda parte de la Terapia Cognitivo Conductual implica intervenir sobre los focos cognitivos y materiales que se han detectado. Esto conlleva, por un lado, fijar unos objetivos concretos a cumplir, y por el otro, entrenar al paciente para que sea capaz de determinar desde su propio criterio las estrategias que lo acercan y lo alejan de estas metas. Además, como los objetivos han sido definidos de manera que pueda comprobarse de manera imparcial si se han cumplido o no, es fácil medir los progresos que se van haciendo y el ritmo en el que se suceden para tomar nota de ello y, si se da el caso, introducir cambios en el programa de intervención.


Cumplir los objetivos al pasar por un programa de sesiones con Terapia Cognitivo Conductual puede suponer, por ejemplo, minimizar significativamente los efectos de una fobia, terminar con una adicción o, abandonar un estilo de pensamiento obsesivo. En definitiva, problemáticas con una vertiente material y otra vertiente subjetiva o emocional.


¿En qué casos se utiliza?


La Terapia Cognitivo Conductual puede ser aplicada prácticamente en todas las edades, y en una gran variedad de problemas. Por ejemplo, se utiliza para intervenir en trastornos de ansiedad y fobias, distimia, Trastorno Bipolar, depresión, etc. También puede utilizarse como ayuda en los casos en los casos de trastornos neurológicos en los que es necesario prestar apoyo para saber gestionar los síntomas de la mejor manera posible, e incluso en trastornos psicóticos relacionados con la esquizofrenia.


La eficacia de la Terapia Cognitivo Conductual


Actualmente, se considera que la Terapia Cognitivo Conductual es el único tipo de psicoterapia cuyos resultados han sido validados a través del método científico. Con esto se entiende que su eficacia cuenta con el aval de observaciones empíricas en las que muchos grupos de pacientes que han pasado por un tratamiento con Terapia Cognitivo Conductual han mejorado significativamente más de lo que sería esperable si no hubieran asistido a terapia o hubieran seguido un programa de efecto placebo.


Cuando se dice que la Terapia Cognitivo Conductual ha demostrado ser eficaz a través de la aplicación del método científico, eso significa que existen poderosos motivos para pensar que la mejoría que experimentan las personas que han probado este tipo de terapias está causada por el uso de estas intervenciones psicológicas, y no por otras variables. Esto no implica que el 100% de las personas que vayan a sesiones de Terapia Cognitivo Conductual vayan a mejorar, pero sí una porción muy significativa de estas.


Además, esta mejoría puede ser traducida a criterios objetivos y observables, como por ejemplo el éxito o no a la hora de dejar de fumar.


Esta es una característica que distingue a la Terapia Cognitivo Conductual de otras formas de intervención, muchas de las cuales, al no fijarse objetivos medibles bajo un criterio bien definido, difícilmente pueden ser sometidas a examen empírico para determinar su eficacia a través del método científico.




Fuentes:

http://www.sepsiq.org/file/Royal/LA%20TERAPIA%20COGNITIVO-CONDUCTUAL.pdf
https://psicologiaymente.net/clinica/terapia-cognitivo-conductual