jueves, 19 de enero de 2017

10 Razones por las que la terapia psicológica puede no funcionar

Posibles fallos o limitaciones en la intervención psicológica.




Son distintos y variados las motivos que llevan a los individuos a acudir a la terapia psicológica para resolver algún trastorno o superar el malestar que sienten. Muchos piensan que será sencillo y no tendrán que esforzarse durante el proceso, otros se resistirán al cambio, y otros puede que sean mal diagnosticados.

En algunos casos, incluso, acudir a terapia psicológica puede ser contraproducente (agravar los problemas que presenta la persona). Pese a que un porcentaje notable de pacientes mejoran, otros no consiguen alcanzar sus objetivos y abandonan la terapia.

La terapia psicológica poco efectiva

¿Qué motivos llevan a una persona a no cumplir con el tratamiento? ¿Qué causa que a veces los pacientes terminen la relación terapéutica con una sensación de no haber conseguido los objetivos? 
A continuación presentamos las principales razones por las que la terapia psicológica puede no funcionar:

1. Falta de recursos psicológicos del paciente

¿Es accesible para el paciente la intervención? En otras palabras, ¿se le están facilitando las herramientas necesarias para que pueda mejorar correctamente? ¿Puede usarlas? Por ejemplo, puede que a un paciente no le funcione un tipo de terapia psicológica que demande una gran implicación emocional ya que su grado de madurez emocional está por debajo de lo que la terapia requiere. 

Puede que ese paciente necesite un entrenamiento emocional previo ya que no tiene habilidades de Inteligencia Emocional desarrolladas. Por otro lado, puede que el paciente presente una baja capacidad cultural o intelectual que dificulta su tratamiento.

2. El paciente busca curarse sin esfuerzo ni implicación

La terapia psicológica implica cierto compromiso por parte del paciente para poder progresar. Los trastornos psicológicos no son iguales que un dolor de cabeza, es decir, requieren una implicación activa del paciente. Si éste no realiza las tareas ni aplica las estrategias que se trabajan en las sesiones, difícilmente mejorará.

3. El paciente no acepta la palabra del psicólogo

Puede que el paciente no acepte que el psicólogo le diga ciertas cosas. Es posible que tampoco acepte que ponga en duda sus creencias o principios. Si una persona está a la defensiva, difícilmente se pueda persuadir para que mejore.

4. Falta de motivación por parte del paciente

Este punto tiene que ver con la motivación, ya que si el paciente no está motivado es difícil que la terapia psicológica sea efectiva. Por otro lado, la motivación puede perderse si el tratamiento exige grandes cambios en el estilo de vida o cuando el tratamiento tiene un efecto demorado. El cambio psicológico no es inmediato. Requiere, la mayoría de veces, cambios en planteamientos o hábitos muy arraigados, y, eso, significa tiempo y esfuerzo.

5. El paciente necesita otro especialista

Puede que la terapia no sea la ideal para el paciente. Hay personas que funcionan mejor con la terapia cognitivo-conductual y otras, por ejemplo, con el Mindfulness. En otras palabras, no todas las terapias son iguales para todas las personas.

6. Resistencia al cambio

La resistencia al cambio tiene que ver con una resistencia más o menos consciente. Por ejemplo, el paciente no quiere perder el trato que recibe o la dependencia psicológica, anticipa consecuencias negativas tras el cambio, no quiere la pérdida de pagas o teme la incertidumbre.

7. El entorno favorece que el problema se mantenga

Determinados entornos o comportamientos perjudican la recuperación de paciente. Por ejemplo, una persona que quiere mejorar sus problemas con el alcohol y tiene amistades que le incitan a la bebida, es muy probable que tenga dificultades para sacarle todo el partido a la terapia psicológica.

8. Existen otros problemas que dificultan la recuperación

Puede ser que exista un mal diagnóstico por parte del terapeuta debido a que existen problemas más profundos a los que el paciente muestra. Además, podría haber una situación que afecta de manera indirecta a la terapia, como por ejemplo, una mala situación laboral o familiar.

9. Creencias erróneas del paciente sobre la psicoterapia

Existen muchas creencias erróneas que pueden entorpecer el proceso de la terapia psicológica. Por ejemplo, tener pocas expectativas de éxito o expectativas demasiado altas sobre la terapia, creer que los resultados se darán rápidamente, pensar que acudir a terapia afectará negativamente a la propia imagen, etcétera. Las personas, en ocasiones, tienen una visión equivocada de las posibilidades de actuación del psicólogo. 

El psicólogo no va a hacer a su paciente una persona feliz, el objetivo es que el paciente sea dueño su propia vida, y que tenga los conocimientos, medios y habilidades necesarias para mejorar su bienestar y resolver los problemas que le se le presentan.

De hecho, hay mitos y clichés sobre la profesión de psicólogo que resumimos en el artículo:

"Las frases que más odian escuchar los psicólogos"

10. Mala relación terapeuta-paciente

Es muy importante que haya una buena relación de comunicación y entendimiento entre el paciente y el terapeuta, que produzca una buena alianza terapéutica. 
Si existen problemas en la relación interpersonal, posiblemente no se producirán los beneficios esperados. La causa de esto puede ser la falta de entendimiento entre ambos, la actitud del terapeuta o del paciente o, simplemente, que no hay feeling entre ambos y no se produce una relación de confianza.

https://psicologiaymente.net/clinica/terapia-psicologica-puede-no-funcionar

MINDFULNESS

¿Qué es Mindfulness?
Jon Kabat-Zinn define Mindfulness como:
“Prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar”.

    El Mindfulness puede considerarse una filosofía de vida que incluye la práctica de la meditación. Juntamente a varias técnicas de relajación, su apogeo es reciente. A pesar de que muchas personas dicen que realizan meditación, es en ocasiones un concepto equívoco, por tanto antes de hablar del Mindfulness debemos a aclarar qué es la meditación.

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    La  meditación es una actividad intelectual en la que se busca lograr un estado de atención centralizada en un pensamiento o sentimiento (felicidad, tranquilidad, armonía), un objeto (una piedra), la concentración propiamente dicha, o algún elemento de la percepción (los latidos del corazón, la respiración, el calor corporal…). Este estado se recrea en el momento presente y pretende liberar la mente de pensamientos nocivos.

    Como el Mindfulness tiene tanto que ver con el modo en el que manejamos nuestro foco atencional, también se lo llama atención plena.
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    Mindfulness: partiendo de la meditación tradicional
Ciertamente, además del Mindfulness también existe una meditación de cariz religioso y otra orientada a mejorar la salud, tanto física como, en términos más abstractos, psicológica. Sus principios elementales son muy similares, puesto que el origen de la meditación, con todas las ramas que existen en la actualidad, se desarrolló en las religiones orientales tales como el budismo.

    Sin embargo, podemos entender el Mindfulness como un giro pragmático a la concepción de meditación tradicional. Es decir, que las propuestas de investigación y práctica del Mindfulness tienen el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas en unos términos muy concretos, y no están vinculadas a una religión o una filosofía de vida determinadas. Por lo tanto, la práctica del Mindfulness está desvinculada de creencias religiosas y filosofías de vida concretas; es, simplemente, una práctica que puede convertirse en herramienta para mejorar la calidad de vida de las personas de manera demostrable.

El enfoque científico del Mindfulness

    Practicar Mindfulness significa creer que eso va servir para mejorar la calidad de vida en ciertos aspectos, pero no implica creer en ideas relacionadas con el dualismo, los espíritus, los dioses o la vida después de la muerte. Es por eso que con frecuencia se utiliza el término Mindfulness para hablar sobre una especie de meditación basada en los principios de la ciencia. Una versión sistematizada y "aconfesional" de la meditación, capaz de ser moldeada por los descubrimientos científicos.

    Esto es importante no solo porque desvincula el Mindfulness de la religión. También lo es porque lo transforma en una herramienta cuya modalidad de aplicación está relativamente bien consensuada y, por tanto, es posible investigar con ella desde diferentes equipos científicos y en cualquier parte del mundo sabiendo que todas las personas han seguido los mismos criterios a la hora de realizar Mindfulness. Es decir, que permite comparar casos y cruzar datos de diferentes investigaciones, además de garantizar de que todos los equipos de investigación han hecho lo mismo.

    Esto es algo difícil de conseguir a la hora de investigar acerca de la meditación en general, porque al ser "un arte" cada persona puede hacerlo de distinto modo. De este modo, mientras que en la meditación a secas hay diferentes maneras de interpretar la tradición, en el Mindfulness se trata de crear una herramienta avalada científicamente. De hecho, si se ha demostrado que ayuda a prevenir las recaídas en la depresión es porque se concibe como un recurso que debe ser utilizado para intervenir sobre objetivos concretos... Aunque también hay personas que lo utilizan en su día a día simplemente por pasar por esa experiencia.

    Un enfoque pragmático orientado a los objetivos.
Por tanto, esta filosofía puede ser adaptada a diferentes contextos y entornos, porque su enfoque es pragmático y no depende de dogmas religiosos. Y, lo que es más importante, su popularidad ha hecho que se esté creando una biblioteca de literatura científica en la que se incluyen muchos estudios que exploran el potencial del Mindfulness en diferentes facetas: el autocontrol en los niños y niñas, el desarrollo de resiliencia y recursos de afrontamiento en personas enfermas, la mejora en niveles objetivos de salud, etc.

Es esta monitorización científica lo que ha llevado a mucha gente a preguntarse: ¿qué es el Mindfulness? A continuación puedes aprender sus claves e ideas principales.

"Tu cuerpo vive en el presente. ¿Y tu mente?" Una pregunta retórica que nos acerca a la filosofía del Mindfulness.

Ideas básicas sobre el Mindfulness

    Desde las distintas técnicas de meditación se proponen enfoques también diversos: unas trabajan de forma exclusiva la concentración, mientras que otras se centran en la conciencia plena y la autoaceptación.

La primera podría recibir la etiqueta genérica de meditación mantra, mientras que la segunda responde a las técnicas de Mindfulness.



1. ¿Qué es el Mindfulness?

    El objetivo es lograr un profundo estado de conciencia durante la sesión, y se usan varias técnicas concretas para alcanzarlo. Perseguimos conseguir que nuestra conciencia se relaje y no elabore juicios de nuestras sensaciones, sentimientos o pensamientos. Saber qué acontece en nuestro fuero interno en cada instante.

El Mindfulness consigue separar la persona de sus pensamientos para poder reconocerlos y poner en duda los patrones mentales, otorgando un gran peso al aquí y el ahora mediante una atención total al momento presente.

2. ¿Cuándo practicarlo?

    Idealmente, el Mindfulness debería practicarse durante media hora al día, aunque se recomienda comenzar con sesiones más cortas, de no más de diez minutos, para ir aclimatando la mente a las nuevas sensaciones e ir construyendo poco a poco estados mentales de meditación. Si nos propasamos con el tiempo al principio, es fácil que terminemos frustrados al dedicar mucho rato seguido a algo que aún no sabemos hacer bien, y terminemos cansándonos y abandonando esta rutina.

Por lo tanto, aprender a hacer Mindfulness puede requerir cierto tiempo de práctica hasta que seamos capaces de meditar en casi cualquier circunstancia.

3. ¿Dónde realizar Mindfulness?

    Hay que tratar de buscar un sitio libre de ruidos, con una temperatura entre 18 y 25º y en la que nos sintamos confortables. No hay que olvidarse de desactivar teléfonos, alarmas, aparatos electrónicos y todo tipo de ruidos y ondas que nos puedan molestar o interferir en la meditación. En caso de que pongamos música de fondo, es importante que ésta sea relajante y con ciclos repetitivos para impedir que acapare nuestra percepción.

Algunas personas prefieren realizar la meditación en entornos abiertos, en su jardín o en un parque público. No es una mala decisión, pero es importante escoger un sitio que no sea muy concurrido y esté libre de ruidos y elementos distractores. El uso de ropa cómoda siempre será un elemento positivo de cara a la meditación, y se recomienda quitarse el calzado y todos los complementos que puedan oprimir el cuerpo.

4. ¿En qué posición se practica?

    La posición para el Mindfulness será, simplemente, sentarse cómodamente en el suelo; no necesariamente en la posición de loto, pero sí es básico que la postura deje la espalda en un ángulo recto para facilitar la respiración. Se puede emplear un cojín, una esterilla o una toalla para estar más cómodos. En el caso de que el cojín sea bastante grueso, será recomendable inclinar la zona pélvica hacia delante, sentándonos en el extremo.

Las vértebras deben permanecer en una posición recta, sujetando el peso del tórax, el cuello y la cabeza. Las piernas y los brazos deben permanecer relajados pero sin desestabilizar la línea de la columna. Por ejemplo, es una buena idea dejar caer los brazos apoyándolos encima de las caderas, o bien simplemente dejarlos colgando. Si la postura alcanzada nos genera tensión en algún área del cuerpo, será preciso reajustar la posición corporal.

5. Ejercicios básicos

    Debemos concentrar la atención en la respiración. Escucharla, sentirla como recorre el cuerpo… pero sin pensar en ella. Estrictamente, debemos centrarnos en reconocerla y dejarla fluir por el cuerpo. En el momento en que toda nuestra atención esté inmersa en la conciencia de la respiración, podremos proseguir emitiendo un “mantra”: una palabra o frase corta que, repetida de forma constante, induce a la relajación. Es habitual usar el sonido “ohm”, u otras fórmulas como “estoy bien”, “siempre aquí”, etc. 
Dependiendo del lugar donde nos encontremos, podemos emitirla a viva voz o mentalmente. Será necesario crear una imagen relajante, visualizando un lugar tranquilo y que nos produzca bienestar. Tanto puede ser un sitio real como imaginario.

Podemos imaginar una escalera cuyos peldaños nos van acercando paulatinamente a ese lugar, contando pausadamente los escalones que vamos recorriendo. También podemos visualizar una vela e ir jugando a modificar la intensidad de su luz, o cualquier otra imagen que pueda servirnos de apoyo. Estos ejercicios nos irán conduciendo gradualmente hasta el siguiente, y será necesaria mucha práctica para poder concentrarse en los estímulos específicos.

Si quieres profundizar en el tipo de ejercicios básicos (y otros no tan básicos) para practicar Mindfulness, te recomiendo que leas:  "5 ejercicios Mindfulness para mejorar tu bienestar emocional"

6. Ejercicios avanzados
    Habiendo entrenado la mente en concentrarse en un aspecto de la percepción o imagen mental, deberemos ejercitarla para permitir que se vacíe y podamos tener la mente en blanco. Es necesaria mucha disciplina pero éste es el punto final de la meditación. Se pueden usar los ejercicios de pensamiento descritos en el punto anterior.

Es imprescindible mantener una actitud neutral ante los pensamientos o imágenes, no juzgarlos como buenos o malos, sino simplemente percibirlos, observarlos de manera impersonal. Es posible que, durante los primeros intentos, no seamos capaces de mantener la mente en blanco más que unos pocos segundos, pero esto es habitual y será el tiempo el que nos permitirá lograr un estado de meditación profunda.

7. ¿Por qué debemos practicar Mindfulness?

    Una investigación publicada en la revista Journal of Internal Medicine reveló que practicar media hora de Mindfulness diaria alivia los síntomas de trastornos como la depresión o la ansiedad. Además, descubrieron que la meditación centrada (procedente de la práctica budista de concentración en el presente y ausencia de juicios de valor) podía tener efectos positivos en la percepción del dolor. Los resultados fueron validados incluso controlando el efecto placebo. Se reportó que el incremento del bienestar perduró hasta medio año.

La meditación también reporta mejoras en la memoria, la capacidad de concentración, la autoconciencia y la inteligencia emocional. También se asocia con la optimización de los recursos del sistema inmune, así como con la mejora en la percepción de soledad en personas de la tercera edad.

¡Por cierto! Hace pocas semanas hemos sacado a la luz el siguiente artículo que te puede ayudar a comprender mucho mejor los beneficios psicológicos del Mindfulness:

" Mindfulness: conoce los 8 beneficios de la atención plena"

Actualmente algunas terapias específicas incorporan algunos principios y técnicas del Mindfulness. Por ejemplo, la MBCT. Esta terapia ha dado excelentes resultados, siendo tan eficaz como los antidepresivos, y reduciendo además el riesgo de reincidencia.

Muchas técnicas se utilizan para paliar los efectos o mejorar la calidad de vida en personas con trastorno obsesivo compulsivo (TOC), trastornos de la ansiedad, dolor crónico, trastornos de la personalidad, estrés postraumático, etc.


Referencias bibliográficas:
Brantley, J. (2007). Calmar la ansiedad. Descubre cómo el mindfulness y la compasión pueden liberarte del miedo y la angustia. Ed. Oniro.
Didonna F. (2011). Manual Clínico de Mindfulness. Desclée de Brouwer.
Kabat-Zinn, J. (2009). Mindfulness en la vida cotidiana. Donde quiera que vayas ahí estás. Paidós.
Siegel, D. (2010). Cerebro y mindfulness. Paidós.
Williams, J.M., Segal, Z., Kabat-Zinn, J. (2007). Vencer la depresión. Descubre el poder de las prácticas del mindfulness. Ed. Paidós.

TERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL

¿QUÉ ES TCC?    
¿EN QUÉ PRINCIPIOS SE BASA?



¿Qué es la Terapia Cognitivo Conductual?

La TCC le puede ayudar a cambiar la forma cómo piensa ("cognitivo") y cómo actúa ("conductual") y estos cambios le pueden ayudar a sentirse mejor.


A diferencia de algunas de las otras "terapias habladas", la TCC se centra en problemas y dificultades del "aquí y ahora". En lugar de centrarse en las causas de su angustia o síntomas en el pasado, busca maneras de mejorar su estado anímico ahora.

Se ha demostrado que es útil tratando:
  • Ansiedad
  • Depresión
  • Pánico
  • Agorafobia y otras fobias
  • Fobia social
  • Bulimia
  • Trastorno obsesivo compulsivo
  • Trastorno de estrés postraumático
  • Esquizofrenia

¿Cómo funciona?

La TCC le puede ayudar a entender problemas complejos desglosándolos en partes más pequeñas. Esto le ayuda a ver cómo estas partes están conectadas entre sí y cómo le afectan. Estas partes pueden ser una situación, un problema, un hecho o situación difícil.


De ella pueden derivarse:
  • Pensamientos
  • Emociones
  • Sensaciones físicas
  • Comportamientos
Cada una de estas áreas puede afectar a las demás. Sus pensamientos sobre un problema pueden afectar a cómo se siente física y emocionalmente. También puede alterar lo que usted hace al respecto.

Un ejemplo

Hay diferentes maneras de reaccionar ante la mayoría de las situaciones, dependiendo de cómo se piensa acerca de ellas:

Situación:
Ha tenido usted un mal día, está harto y decide salir de compras. Cuando va por la calle, un conocido, al parecer, le ignora.

Pensamientos:
Perjudicial  “Me ha ignorado ‐ no le caigo bien”.
Favorable  “Parece ensimismado  ‐ Me pregunto si tendrá algún problema”.

Sentimientos: Perjudicial Tristeza y rechazo  
Favorable Preocupación por la otra persona.

Reacciones físicas:
Perjudicial Retortijones de estómago, poca energía, náuseas. 
Favorable Ninguna ‐ se siente bien.

Comportamientos: 
Perjudicial Se va a casa y evita a esa persona. 
Favorable  Le saluda para asegurarse de que está bien. 

La misma situación, dependiendo de cómo se piensa en ella, ha dado lugar a dos resultados muy diferentes. Su forma de pensar ha afectado a cómo se ha sentido y lo que ha hecho. 

Este "círculo vicioso" (situación, pensamientos, sentimientos, acciones) puede hacer que se sienta mal. Puede incluso crear nuevas situaciones que le hagan sentirse peor. Puede empezar a creer cosas poco realistas (y desagradables) sobre sí mismo/a. Esto sucede porque, cuando estamos angustiados, tenemos más probabilidades de llegar a conclusiones y de interpretar las cosas de manera extrema y negativa.

La TCC le puede ayudar a romper este círculo vicioso de pensamientos, sentimientos y comportamientos negativos. Cuando se ven las partes de la secuencia con claridad, puede cambiarlas y así cambiar la forma cómo se siente. 

La evaluación de las "Cinco Zonas"


Modificando comportamientos y pensamientos
Si alguna vez te has parado a pensar en la idea convencional de lo que es un "problema psicológico", posiblemente te hayas dado cuenta de que este tipo de problemáticas tiene dos caras.

Por un lado, una vertiente material y objetiva, que es reconocible por muchas personas y que puede medirse a partir de baremos concretos.


Por otro lado, un lado que responde a los estados subjetivos de conciencia, es decir, aspectos de la vida mental y privada de la persona que tiene el problema y que suelen tener una traducción en términos emocionales.


La Terapia Cognitivo Conductual responde a la necesidad de intervenir en estos dos terrenos. Y lo hace impulsándose gracias a las sinergias que se establecen entre la parte de la intervención enfocada a los procesos mentales y aquella que se orienta hacia las acciones y los cambios en el entorno material del paciente. Es decir, que esta orientación terapéutica que actúa tanto sobre los actos como sobre los pensamientos.


¿Cuáles son los fundamentos de esta terapia?


Se considera que la Terapia Cognitivo Conductual nace a partir de la fusión de las terapias conductistas y las que se derivan de la Psicología Cognitiva.


Por un lado, el conductismo (y muy especialmente el conductismo radical de B. F. Skinner) sirve como ejemplo de metodología exhaustiva y muy ceñida a los preceptos del método científico, lo cual permite valorar objetivamente los progresos que se van haciendo durante la terapia.


Por el otro, la Terapia Cognitiva enfatiza la necesidad de no renunciar a la consideración de los procesos mentales inobservables directamente, ya que gran parte de la utilidad de una terapia recae en el bienestar subjetivo de los pacientes y este factor no tiene por qué poder ser registrado a través del puro análisis de la conducta.


Sin embargo, y aunque dentro de la Terapia Cognitivo Conductual en cualquiera de sus formas se trabaja con constructos que hacen referencia al "mundo mental" no observable directamente, se hacen esfuerzos para que los elementos mentales que entran en juego en el diagnóstico y la intervención respondan a categorías bien delimitadas y traducibles a variables cuantitativas para poder hacer un seguimiento exhaustivo de los cambios que se realizan a nivel subjetivo.


Por tanto, se evitan todo tipo de formulaciones esotéricas y ambiguas sobre la manera de pensar de la persona y se crean sistemas de categorías en los que las ideas recurrentes quedan clasificadas unas dentro de otras en clasificaciones que responden a un único criterio.


Ahondando en las diferencias con el conductismo La Terapia Cognitivo Conductual es heredera de ciertos fundamentos de la Psicología Conductista, como por ejemplo el énfasis en los procesos de aprendizaje práctico y la idea de que la asociación es un concepto central en terapia. Sin embargo, incorpora la necesidad de actuar, además de sobre la conducta, sobre los pensamientos de la persona.


Principalmente, la intervención sobre la parte "mental" se centra en los esquemas cognitivos y las categorías conceptuales a partir de las cuales la persona interpreta la realidad.


También se exploran las creencias poco adaptativas, una vez estas han sido localizadas, para entrenar al cliente en su capacidad de localizar hechos de su día a día que contradicen estos presupuestos. Así, si la persona tiene problemas de autoestima, se le puede enseñar a prestar atención a las muestras de admiración de sus amigos y familiares, que son un tipo de estímulo fácilmente ignorado cuando la autoimagen está muy dañada.


En definitiva, cualquier tipo de Terapia Cognitivo Conductual se basa en la idea de que las emociones y los estilos de conducta no dependen sólo de los estímulos físicos que nos llegan desde el entorno sino también de los pensamientos que dan forma a nuestra manera de percibir tanto esos estímulos como nuestros propios procesos mentales.




¿Cómo se interviene en este tipo de terapia?

En la Terapia Cognitivo Conductual se trabaja enseñando a reconocer los estilos de pensamiento que predisponen a llegar a conclusiones poco útiles para el paciente, o pensamientos disfuncionales. Para esto es necesario entrenar a la persona para que sea capaz de reflexionar acerca de su propia manera de pensar y plantearse qué puntos son conflictivos y cuáles no lo son. 

De este modo, se persigue que el cliente tenga más capacidad para cuestionarse las categorías con las que trabaja (como por ejemplo, "éxito y fracaso") y detectar patrones típicos de pensamiento que le causan problemas.


El proceso por el cual se consigue que el paciente reconozca los aspectos cognitivos que le producen malestar y pueda actuar sobre ellos se fundamenta en un modelo de actuación inspirado en el diálogo socrático. 

Esto implica que durante una parte de las sesiones de Terapia Cognitivo Conductual, el profesional irá devolviéndole el feedback necesario al paciente para que este, por sí mismo, detecte las contradicciones o las conclusiones indeseadas a las que le llevan sus estilos de pensamiento y sus esquemas cognitivos.


El terapeuta no guía al paciente en este proceso, sino que más bien le plantea preguntas y remarca aseveraciones que el propio cliente ha hecho para que este último vaya profundizando en el estudio de su propio pensamiento.


La segunda parte de la Terapia Cognitivo Conductual implica intervenir sobre los focos cognitivos y materiales que se han detectado. Esto conlleva, por un lado, fijar unos objetivos concretos a cumplir, y por el otro, entrenar al paciente para que sea capaz de determinar desde su propio criterio las estrategias que lo acercan y lo alejan de estas metas. Además, como los objetivos han sido definidos de manera que pueda comprobarse de manera imparcial si se han cumplido o no, es fácil medir los progresos que se van haciendo y el ritmo en el que se suceden para tomar nota de ello y, si se da el caso, introducir cambios en el programa de intervención.


Cumplir los objetivos al pasar por un programa de sesiones con Terapia Cognitivo Conductual puede suponer, por ejemplo, minimizar significativamente los efectos de una fobia, terminar con una adicción o, abandonar un estilo de pensamiento obsesivo. En definitiva, problemáticas con una vertiente material y otra vertiente subjetiva o emocional.


¿En qué casos se utiliza?


La Terapia Cognitivo Conductual puede ser aplicada prácticamente en todas las edades, y en una gran variedad de problemas. Por ejemplo, se utiliza para intervenir en trastornos de ansiedad y fobias, distimia, Trastorno Bipolar, depresión, etc. También puede utilizarse como ayuda en los casos en los casos de trastornos neurológicos en los que es necesario prestar apoyo para saber gestionar los síntomas de la mejor manera posible, e incluso en trastornos psicóticos relacionados con la esquizofrenia.


La eficacia de la Terapia Cognitivo Conductual


Actualmente, se considera que la Terapia Cognitivo Conductual es el único tipo de psicoterapia cuyos resultados han sido validados a través del método científico. Con esto se entiende que su eficacia cuenta con el aval de observaciones empíricas en las que muchos grupos de pacientes que han pasado por un tratamiento con Terapia Cognitivo Conductual han mejorado significativamente más de lo que sería esperable si no hubieran asistido a terapia o hubieran seguido un programa de efecto placebo.


Cuando se dice que la Terapia Cognitivo Conductual ha demostrado ser eficaz a través de la aplicación del método científico, eso significa que existen poderosos motivos para pensar que la mejoría que experimentan las personas que han probado este tipo de terapias está causada por el uso de estas intervenciones psicológicas, y no por otras variables. Esto no implica que el 100% de las personas que vayan a sesiones de Terapia Cognitivo Conductual vayan a mejorar, pero sí una porción muy significativa de estas.


Además, esta mejoría puede ser traducida a criterios objetivos y observables, como por ejemplo el éxito o no a la hora de dejar de fumar.


Esta es una característica que distingue a la Terapia Cognitivo Conductual de otras formas de intervención, muchas de las cuales, al no fijarse objetivos medibles bajo un criterio bien definido, difícilmente pueden ser sometidas a examen empírico para determinar su eficacia a través del método científico.




Fuentes:

http://www.sepsiq.org/file/Royal/LA%20TERAPIA%20COGNITIVO-CONDUCTUAL.pdf
https://psicologiaymente.net/clinica/terapia-cognitivo-conductual


ESCUCHA ACTIVA

LA CLAVE PARA COMUNICARSE CON LOS DEMÁS

Escucha activa: la clave para comunicarse con los demás

    La escucha activa es una habilidad que puede ser adquirida y desarrollada con la práctica. Sin embargo, puede ser difícil de dominar, pues hay que ser pacientes y tomarse un tiempo para desarrollarla adecuadamente.


La escucha activa se refiere, como su nombre indica, a escuchar activamente y con conciencia plena. Por tanto, la escucha activa no es oír a la otra persona, sino a estar totalmente concentrados en el mensaje que el otro individuo intenta comunicar.


Escucha activa: escuchar y entender la comunicación desde el punto de vista del que habla


    Pese a que puede parecer que escuchar activamente es tarea fácil, este tipo de escucha requiere un esfuerzo de nuestras capacidades cognitivas y empáticas. Saber escuchar es muy importante en la comunicación, y aunque no lo parezca, en muchas ocasiones pasamos mucho tiempo pendientes de lo que nosotros pensamos y de lo que nosotros decimos en vez de escuchar activamente al otro.


La escucha activa no es escuchar de manera pasiva, sino que se refiere a la habilidad de escuchar no sólo lo que la persona está expresando directamente, sino también los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen a lo que se está intentando expresar.


    En la escucha activa, la empatía es importante para situarse en el lugar del otro, pero también la Validación emocional, la aceptación y el feedback, pues se debe escuchar sin juzgar y es necesario comunicar a la otra persona que se le ha entendido. Por esto, existen dos elementos que facilitan la escucha activa, son los siguientes:



Disposición psicológica: la preparación interna es importante, estar en el momento presente, prestar atención constante y observar al otro: identificar el contenido de lo que dice, los objetivos y los sentimientos.
Expresión de que se está escuchando al otro interlocutor con comunicación verbal, en lo que se conoce como la función fática del lenguaje (ya veo, umm, uh, etc.) y el lenguaje no verbal (contacto visual, gestos, inclinación del cuerpo, etc.).


Qué no hacer en la escucha activa


    A continuación repasamos algunos errores que se pueden producir cuando se escucha a la otra persona:



Distraerse durante la conversación
Interrumpir al que habla
Juzgarlo y querer imponer tus ideas
Ofrecer ayuda de manera prematura y con falta de información
Rechazar y no validar lo que el otro esté sintiendo
Descalificar al dar tu opinión
Contar tu propia historia en vez de escuchar la suya


Señales que indican la escucha activa correcta



    Existen varias señales que muestran a la otra persona que se le está escuchando activamente.

A continuación se muestran las señales verbales y no verbales de la escucha activa, para que puedas ser capaz de adaptar tu estilo comunicativo hacia un mejor entendimiento y comprensión de tu interlocutor.


1. Señales no verbales
Las personas que escuchan activamente suelen mostrar las siguientes señales no verbales:


Contacto visual
El contacto visual muestra a la otra persona que se está prestando atención a lo que dice y siente y, además, puede mostrar sinceridad. Combinar el contacto visual con otras señales verbales y no verbales, muestran interés por lo que la otra persona está expresando.


Sonrisa ligera
Esto asegura al interlocutor que la información que está transmitiendo está siendo bien recibida y le que le motiva a seguir hablando. Por tanto, actúa como reforzador, además de dar un mensaje de empatía.


Postura corporal receptiva
La postura da información del emisor y el receptor en el proceso de comunicación. La persona que escucha activamente tiende a inclinarse ligeramente hacia adelante o hacia los lados mientras está sentado.


Mirroring
El reflejo automático o mirroring de cualquier expresión facial del hablante puede ser señal de escucha atenta. Estos gestos expresivos parecen indicar simpatía y empatía en las situaciones emocionales. Por el contrario, la imitación consciente de gestos faciales (no automáticos) parece ser señal de inatención.


No distracción
El oyente activo no se va a distraer, pues su atención está puesta en las señales verbales y no verbales que emite en oyente.



2. Señales verbales

Emitir palabras de refuerzo o cumplidos
Este tipo de verbalizaciones refuerzan el discurso del hablante al transmitir que uno valida su punto de vista. Frases como “lo hiciste muy bien”, “me gusta cuando eres sincero” o “debes ser muy bueno jugando al fútbol”, muestran atención por parte de la persona que escucha. Pese a que estas frases pueden ser positivas, no hay que usarlas en exceso, pues pueden distraer al emisor.


Parafrasear
Parafrasear hace referencia a verificar o expresar con las propias palabras lo que parece que el hablante acaba de decir. De esta manera, es posible que el emisor informe al receptor si este último ha entendido bien el mensaje.Un ejemplo de parafrasear puede ser: “¿Quieres decir que te sentiste de esta manera...?”.


Resumir
Una persona que domina la habilidad de la escucha activa suele resumir lo que le acaba de comunicar el otro interlocutor. Esto ayuda a dejar claro que se entiende el punto de vista del otro antes de exponer el suyo propio.


Hacer preguntas
El oyente puede demostrar que ha estado atento al hacer preguntas relevantes. De esta manera puede clarificar la información que ha recibido y mostrar interés por lo que el emisor intenta comunicar.


Fuente:
https://psicologiaymente.net/social/escucha-activa-oir#!